M. ELENA VALLÉS
El asunto es muy grave. Verán por qué. El Consell ha expulsado de la
ponencia técnica de Patrimonio a la Associació per a la Revitalització
dels Centres Antics (ARCA), aquella formada por ciudadanos sin intereses
urbanísticos de ningún tipo. En primer lugar, hay que valorar los
esfuerzos constitutivos de ARCA: debió costarle mucho encontrar socios
tan desinteresados en los solares de una isla como Mallorca, donde se
fomenta el autodio al territorio. Por otra parte, el lector igual no
comprende la magnitud que se esconde tras el desaguisado porque no sabe
qué ocurre en esas ponencias técnicas o qué son. A partir de aquí,
intentemos explicarlo. Primero, los convocados a estas reuniones reciben
toda la información referente a cualquier intervención arquitectónica
(ampliaciones, reformas) que vaya a realizarse en un bien o zona
protegida jurídicamente por su valor patrimonial. Asimismo, se discuten
dichas intervenciones, se les pone coto, con el fin de defender el
patrimonio histórico. Si bien su función es consultiva, porque las
decisiones definitivas se toman en la comisión política, no es menos
cierto que en ellas ya se ejerce cierta labor de control ciudadana.
Punto número dos: imagínense una intervención salvaje, horrenda, un
pegote que rompe la armonía de un barrio; no sé, supongamos la
construcción de un parque temático en una manzana del barrio de Santa
Catalina. Los políticos pueden aprobarla sin que les tiemble el pulso,
pero tener a ARCA dándote el aliento en la espalda, haciendo las veces
de poli malo, pudiendo denunciar a los medios de comunicación dicha
barbaridad corta muchas alas y frena verdaderas animaladas. Pues bien,
ARCA ejercía hasta ahora esa labor en la ponencia. Tercera cuestión:
ARCA tiene un plus. Arma jaleo si es preciso, se manifiesta, es un grupo
de presión fuerte, bien informado, bien organizado y que está
instaurado por toda la isla. ¿Qué político los quiere al lado?
Hagamos
hemeroteca de algunas cosas molestas y que pueden haber influido en la
expulsión de ARCA de la ponencia de Patrimonio: ¿Quién no se acuerda de
aquellos restos destruidos (y bien tapaditos) durante las obras de los
aparcamientos de la calle Antoni Maura en la época de Rodrigo de Santos?
¿O la dura oposición de la asociación al derrumbe de la antigua fábrica
Can Roca-Suau (la antigua discoteca Asai) que Cort quería llevar a cabo
ante la presión de los promotores inmobiliarios?
Nadie es perfecto,
pero la labor de ARCA es muy necesaria. ¿Será tan molesta la Acadèmia de
Sant Sebastià, sustituta de la asociación en las ponencias? Lo dudo. En
los últimos años no les hemos oído rechistar. E igual no es su función,
porque parece una institución de naturaleza más académica.
En fin,
la decisión de expulsar a ARCA entronca directamente con las intenciones
del PP respecto al territorio balear y con la Ley de Turismo General
de Delgado, que suprimer cualquier mecanismo de control para los
hoteleros. Éstos y el equipo del Consell debieron desayunar tristes el
pasado jueves. Los pobres han tenido mala pata: un equipo de
investigadores ha encontrado los puertos de Pollentia sumergidos en las
bahías de Alcúdia y Pollença. Oh, lo sentimos, a Rotger y compañía les
toca actuar: hacer política de verdad en pro del patrimonio. Porque ésta
no consiste en dar el visto bueno a todos los proyectos que pasen por
las manos de los próceres, con el fin de reactivar la economía. La
política de patrimonio, estimado Consell de Maria Salom, no consiste
únicamente en autorizar todas las obras y reformas para dar trabajo a
los albañiles. Eso ARCA lo sabe muy bien.
Balance final, lector: el
PP va teniendo manos libres para aprobar ese hipotético parque temático
imaginado en este artículo en el barrio de Santa Catalina. Sí, el asunto
es muy grave.
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