Sorprendente
resulta, cuando menos, el escasísimo nivel histórico-cultural del
cual hacen gala personas que por su cargo, y posición pública deben
de tener antes de pronunciarse con rotundidad sobre cualquier
tema ciudadano que ignoran v del que ni tan siquiera se preocupan de
averiguar los orígenes, causas
y razones
de
existir,
no impidiéndoles ello el pronunciamientos de una sarta de
sandeces y falsedades,
Pues que tachar de fascista al monumento llamado del Crucero
Baleares, situado en la placa de sa Feixina, demuestra con creces la
falta de información, como se dice actualmente, y que yo
denomino de conocimientos.
En
ninguna historia del arte seria existe época alguna denominada
«fascista» como estilo época
cual el gótico, barroco, etc. Para nada. No figura tal denominación
porque no hubo ningún arte ni arquitectura fascista, ni en España
ni en Italia, Alemania o Rusia. Cuanto aconteció fue que por
los años treinta surgió un movimiento modernista, con sede en la
Bauhaus de Weimar primero y en Dessau después, que terminó
forzadamente en 1932 Sus principios se basaba en la racionalidad y
rigurosa funcionalidad distributiva, usando cemento armado y cristal,
a la vez que evitando toda referencia ornamental, tanto exterior
como en el interior de los edificios. Su fundador fue el arquitecto
W. Gropius, junto a un puñado de reconocidos profesionales, entre
ellos Mies va der Rohe, Moholy-Nagy, P.Klee, Schlemmer, J. Albers,
M., Kandtnsky, etc. Sus enseñanzas se difundieron por toda Europa,
pero en especial en Alemania, Rusia y Austria, donde, además, ya
habían tenido en el movimiento secesionista un principio de
racionalidad simbolista; y fue por estos motivos, y no por otros, por
los que el funcionalismo tomó carta de naturaleza con
particularidades nacionales propias en estos países y en su vecina
Italia, todos en pleno progreso económico y militar. Así sucedió
que el racionalismo, fuere éste geométrico o funcional, era la
tendencia del momento, al igual que el naciente
"faccio"
comunismo que casó a la perfección con las ínfulas constructivas
y megalómanas de los dirigentes de estos países.
Pero
no sólo en los mencionados países se construyó con semejantes
principios y modas, sino también en las próxima Francia y España,
pasando al otro lado del Atlántico, especialmente New York y Boston.
En esos años y en esos países no había nada que ver con el
fascismo. Simplemente, la arquitectura y diseño más novedoso, desde
cualquier punto de vista que se mire, realizado en los años veinte y
en adelante, en las ciudades más poderosas e influyentes del mundo,
era el racionalismo. Con todo, cierto es que los países con régimen
totalitario le confirieron a este estilo un aire marcadamente
monumental, mastodóntico y grandilocuente, no exento de emblemas
ideológicos, fueran éstos realistas o de glorificación del líder
pero que, una vez limpios de tales añadidos, se observa una
construcción racional muy acorde con las teorías y avances en
materia de edificación. De tal suerte podemos contemplar
edificios recuperados, limpios, donde sólo unos insignificantes
apuntes actuales convierten en lo que son: edificios
racionalistas de muy buena factura en San Petersburgo, Roma, Milán,
Viena y Berlín. ¿Por qué aquí tenemos que ser siempre tan
radicalmente distintos?
Por ignorancia, nada más. Ese monumento, siempre en peligro de
desaparición, es el único vestigio existente en las Illes Balears
del racional simbolismo y fue proyectado por los reputados
arquitectos mallorquines Francisco y Toni Roca, adscritos al
movimiento modernista, y la escultura simbolista realizada por Pep
Ortell, restaurada en 1978 por Federico Subirachs, inaugurado todo el
conjunto en 1947 y erigido con fondos procedentes de una colecta
popular, promovida por Última Hora en apoyo de los múltiples
familiares de los desaparecidos.
Luego,
no es un signo ni fascista, ni franquista, por más que se levantara
en plena dictadura, y no lo encargó el Gobierno, sino unos parares,
El navío estaba en manos de los nacionales, sin duda, pero la
marinería que lo tripulaba estaba formada por jóvenes
procedentes de las Illes Balears i la edad no superior a los
veintidós años que, sin comerlo ni beberlo, hoy permanecen en el
fondo del mar y ni
tan
siquiera sus nombres surcan la piedra, como ocurre con todos los
recordatorios de fallecidos en Europa y America por hechos
de armas. El bloque monolítico tan sólo hacía alusión a
proclamas patrióticas y escudos, propios de aquel entonces. Sin
embargo, aprovecho aquí y ahora para exigir la restitución de la
pieza escultórica que formaba parte del conjunto monumental, la
pieza más simbolista de todas; un áncora con un ángel de melena
larga abrazado lánguidamente a día, la cual ha sido reproducida en
revistas de arte. Ha desaparecido y en su lugar se colocó una
cursilísima cascada/fuente de agua que cambia de colorines. ¿Dónde
está?, ¿qué jardín, o piscina, adorna en la actualidad? No
me digan que la han destruido, porque no me lo creo; era demasiado
buena.
Cuando
algo vale la pena, cosa al parecer tan difícil de catar por parte de
políticos y nuevos ricos, se deben buscar soluciones y no
destrucciones, pues con el «quítenme esto de delante» no se
hace más que incurrir en otra terrible arbitrariedad. Somos el
único país que no quiere recordar, ni honrar, - muertos, por
ser de derechas, si acaso lo fueron, o de izquierdas, qué más da
eso para los padres, hermanos y parientes, al igual que cuando
fallece un alcohólico o drogado, ¿pensarán los padres que como era
escoria es lo mejor que le podía pasar?. Venga. Seamos coherentes,
y dignos, si es posible, con nosotros mismos. Pienso que el
monumento a las víctimas del Baleares nunca debe desaparecer de la
memoria colectiva surgida de aquella madrugada del domingo 6 de
marzo de 1937, de tragedia común para todos los palmesanos y
paisanos de todas partes, que acudían en tropel al muelle,
desesperados, en busca de noticias buenas o malas de algún familiar
a bordo del crucero. Talmente como ocurre en todas las ciudades y
pueblos civilizados de Europa y EE.UU., que conservan sus
monumentos funerarios con inscripción de los fallecidos del lugar,
que es lo único que importa. Recuperar la memoria colectiva de
cualquier pelaje, eso es cuanto necesitamos, y no papanatadas.
Mercè Truyols Zaforteza
Última Hora, 27-1-2002